¿Quién nombra a los obispos en China? Las narrativas opuestas de Roma y de Pekín

El 22 de octu­bre de 2024, como se sabe, se ha pror­ro­ga­do por cua­tro años más el acuer­do pro­vi­sio­nal sobre la nomi­na­ción de obi­spos entre la Santa Sede y China, fir­ma­do en 2018 y ya pror­ro­ga­do dos veces, en 2020 y 2022. Un acuer­do que, sin embar­go, sigue man­te­nién­do­se en secre­to en su for­mu­la­ción y en su pro­ce­di­mien­to, lo que bene­fi­cia total­men­te a las auto­ri­da­des de Pekín.

De hecho, al ana­li­zar cómo Pekín y Roma infor­man sobre cada nue­vo nom­bra­mien­to, es fácil notar ele­men­tos de dife­ren­cia signi­fi­ca­ti­vos, en pri­mer lugar, el total silen­cio por par­te chi­na sobre el Papa y el papel que desem­peña, como si ni siquie­ra exi­stie­se.

Precisamente en los últi­mos días, otros dos obi­spos han toma­do pose­sión en China. Y es instruc­ti­vo com­pa­rar los comu­ni­ca­dos emi­ti­dos por ambas par­tes.

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Respecto al nue­vo obi­spo de Luliang, Anthony Ji Weizhong, de 52 años, orde­na­do el 20 de ene­ro, el bole­tín vati­ca­no publi­ca­do el mismo día infor­ma que su nom­bra­mien­to fue hecho por el Papa el 28 de octu­bre de 2024.

Pero el comu­ni­ca­do simul­tá­neo emi­ti­do por el sitio ofi­cial en man­da­rín de la «Catholic Church in China» no men­cio­na el nom­bra­mien­to papal e infor­ma, en cam­bio, que Ji «fue ele­gi­do obi­spo el 19 de julio de 2024». Es como decir, al leer jun­tos los dos comu­ni­ca­dos, que han teni­do que pasar más de tres meses para que Roma digi­rie­ra el nom­bra­mien­to deci­di­do uni­la­te­ral­men­te por Pekín.

El comu­ni­ca­do chi­no no espe­ci­fi­ca por quién y cómo fue ele­gi­do el nue­vo obi­spo. Sin embar­go, cita, como sue­le hacer­lo, una «car­ta de apro­ba­ción» por par­te de la Conferencia Episcopal China, un orga­ni­smo espu­rio nun­ca reco­no­ci­do por la Santa Sede, sino solo por las auto­ri­da­des de Pekín. Y pro­por­cio­na una lista detal­la­da — de la que el bole­tín vati­ca­no no dice nada — de los obi­spos que par­ti­ci­pa­ron en la cere­mo­nia de orde­na­ción, con sus respec­ti­vos car­gos en la Asociación Patriótica Católica China, el prin­ci­pal órga­no de con­trol del régi­men sobre la Iglesia, que tam­bién es el ver­da­de­ro pro­pie­ta­rio del sitio web de la «Catholic Church in China».

En cuan­to al «cur­rí­cu­lum vitae» del nue­vo obi­spo, tan­to el bole­tín vati­ca­no como el comu­ni­ca­do chi­no desta­can sus estu­dios en el Instituto Teológico de Sankt Augustin en Alemania, al que el comu­ni­ca­do chi­no agre­ga la obten­ción de «un máster en teo­lo­gía en los Estados Unidos».

Además, en el bole­tín vati­ca­no — pero no en el comu­ni­ca­do chi­no — se infor­ma que el 28 de octu­bre de 2024, el mismo día del nom­bra­mien­to del nue­vo obi­spo, el papa tam­bién pro­ce­dió a la erec­ción de la nue­va dió­ce­sis de Luliang, con una descri­p­ción pre­ci­sa de su exten­sión geo­grá­fi­ca, y a la supre­sión de la ante­rior dió­ce­sis de Fenyang, esta­ble­ci­da por Pío XII en 1948.

Ya en otras oca­sio­nes, tras la fir­ma del acuer­do en 2018, la Santa Sede ha teni­do que redi­señar los lími­tes de algu­na que otra dió­ce­sis chi­na, ali­neán­do­los con las fron­te­ras admi­ni­stra­ti­vas como lo desean las auto­ri­da­des de Pekín. El resul­ta­do final será la reduc­ción de las dió­ce­sis de 135, como en la anti­gua car­to­gra­fía vati­ca­na, a poco menos de un cen­te­nar, de las cua­les cer­ca de un ter­cio aún están sin obi­spo, apro­xi­ma­da­men­te como esta­ban hace sie­te años antes de la fir­ma del acuer­do.

En el bole­tín vati­ca­no, ade­más, la nue­va dió­ce­sis de Luliang se defi­ne como «sufra­gá­nea de Taiyuan», pero ya no se espe­ci­fi­ca que esta últi­ma es la archi­dió­ce­sis a la que per­te­ne­ce. También esto en obe­dien­cia al régi­men de Pekín, de acuer­do con el cual las archi­dió­ce­sis y los arzo­bi­spos ya no exi­sten, pue­sto que las dió­ce­sis y los obi­spos deben ser con­si­de­ra­dos todos igua­les.

Taiyuan, en la pro­vin­cia de Shanxi, fue esce­na­rio a prin­ci­pios del siglo XX de una masa­cre de cri­stia­nos, duran­te la rebe­lión de los Boxer, y en el 2000 Juan Pablo II cano­ni­zó a 119 de aquel­los már­ti­res.

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Más con­ci­so, el 23 de ene­ro, es el bole­tín vati­ca­no sobre la trans­fe­ren­cia del obi­spo Joseph Cai Bingrui (en la foto), de 59 años, de la dió­ce­sis de Xiamen a la de Fuzhou, capi­tal de la pro­vin­cia de Fujian, desi­gna­do por el papa a esta nue­va sede pocos días antes, el 15 de ene­ro.

El comu­ni­ca­do chi­no simul­tá­neo no men­cio­na, como siem­pre, el acto rea­li­za­do por el papa, canó­ni­ca­men­te el úni­co que cuen­ta, y cita, en cam­bio, la car­ta de apro­ba­ción de la Conferencia Episcopal China.

Se extien­de sobre los obi­spos que par­ti­ci­pa­ron en la toma de pose­sión de Cai de su nue­va dió­ce­sis, enfa­ti­zan­do los roles de cada uno en la Asociación Patriótica y en otros orga­ni­smos guber­na­men­ta­les.

Pero, sobre todo, infor­ma sobre las pro­me­sas de ple­na sumi­sión al régi­men hechas por el nue­vo obi­spo de Fuzhou en el acto de su toma de pose­sión:

«El obi­spo Cai Bingrui ha dicho que siem­pre lle­va­rá en alto la ban­de­ra del patrio­ti­smo y del amor por la Iglesia, se adhe­ri­rá al prin­ci­pio de la inde­pen­den­cia y la auto­ge­stión, se adhe­ri­rá a la direc­ción de la sini­za­ción del cato­li­ci­smo en nue­stro país, uni­rá y guia­rá a los sacer­do­tes y a los fie­les de la dió­ce­sis de Fuzhou para que sigan un cami­no com­pa­ti­ble con la socie­dad socia­li­sta».

La razón del énfa­sis en estas pro­me­sas de sumi­sión está rela­cio­na­da con la feroz opo­si­ción de gran par­te de los fie­les y del cle­ro de Fuzhou al ante­rior obi­spo Peter Lin Jiashan, fal­le­ci­do a los 88 años en abril de 2023, acu­sa­do de ser dema­sia­do subor­di­na­do al régi­men. Todo cuan­to se ha hecho decir al nue­vo obi­spo sue­na como una lla­ma­da al orden, diri­gi­da al cle­ro y a los fie­les.

Fuzhou, en la costa fren­te a la isla de Taiwán, es la cuna histó­ri­ca del cri­stia­ni­smo en China, desde los tiem­pos de Mateo Ricci. Hoy cuen­ta con más de 300 mil cató­li­cos, con un cen­te­nar de sacer­do­tes y medio mil­lar de reli­gio­sas, y es pro­pia­men­te una archi­dió­ce­sis, cali­fi­ca­ción que, sin embar­go, la Santa Sede aho­ra omi­te, al igual que la de arzo­bi­spo para su nue­vo titu­lar, como impo­nen las auto­ri­da­des chi­nas.

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Poco después de la últi­ma prór­ro­ga del acuer­do entre Roma y Pekín, se hizo efec­ti­vo tam­bién un ter­cer nom­bra­mien­to, de indu­da­ble rele­van­cia: el del obi­spo coa­d­ju­tor de Pekín, Matthew Zhen Xuebin, de 55 años, hecho públi­co el día de su orde­na­ción epi­sco­pal, el 25 de octu­bre de 2024.

El bole­tín vati­ca­no fecha en el 28 de ago­sto de 2024 su nom­bra­mien­to por par­te del Papa, total­men­te silen­cia­do, como siem­pre, por el comu­ni­ca­do chi­no, que, en cam­bio, retro­trae su «elec­ción» en China, con la ine­lu­di­ble car­ta de apro­ba­ción de la Conferencia Episcopal, al 21 de mar­zo de 2024, cin­co meses antes de que Francisco – dice el bole­tín vati­ca­no – haya «apro­ba­do su can­di­da­tu­ra».

A la orde­na­ción epi­sco­pal de Zhen asi­stie­ron, como infor­ma el comu­ni­ca­do de la «Catholic Church in China», el obi­spo de Pekín en ejer­ci­cio, Joseph Li Shan, y otros cua­tro obi­spos.

En la bio­gra­fía del nue­vo obi­spo, el comu­ni­ca­do chi­no desta­ca que ha sido desde 2007 secre­ta­rio gene­ral de la dió­ce­sis de Pekín y pre­via­men­te vice­pre­si­den­te del Colegio filo­só­fi­co y teo­ló­gi­co de la misma dió­ce­sis.

Sin embar­go, omi­te que Zhen obtu­vo la licen­cia­tu­ra en litur­gia tras cin­co años de estu­dios en Estados Unidos en la Universidad de St. John, de 1993 a 1997, como lo seña­la el bole­tín vati­ca­no. Habla inglés, y eso le podrá ser útil en los con­tac­tos inter­na­cio­na­les.

El ele­men­to más sor­pren­den­te del nom­bra­mien­to de Zhen es que Li Shan, el obi­spo de Pekín, tie­ne 60 años, solo cin­co más que él. El «coa­d­ju­tor», de hecho, es un obi­spo auxi­liar con la suce­sión ase­gu­ra­da al fren­te de la misma dió­ce­sis, y gene­ral­men­te este car­go se otor­ga cuan­do el titu­lar es ancia­no o enfer­mo y se con­si­de­ra cer­ca­no el tra­spa­so de pode­res.

Pero Li tam­bién es pre­si­den­te de la Asociación Patriótica y vice­pre­si­den­te de la Conferencia Episcopal, y según algu­nas fuen­tes habría sido él mismo quien pidió el nom­bra­mien­to como coa­d­ju­tor de Zhen, ya que desde hace tiem­po es su estre­cho cola­bo­ra­dor en la direc­ción de la dió­ce­sis (que pro­pia­men­te tam­bién es archi­dió­ce­sis, pero que ya no es cali­fi­ca­da como tal tam­po­co por la Santa Sede).

Lo cier­to es que con este nom­bra­mien­to la dió­ce­sis de la capi­tal polí­ti­ca de China que­da blin­da­da por años, si no por déca­das, en manos de dos fie­les del régi­men.

Así como la dió­ce­sis de la capi­tal eco­nó­mi­ca, Shanghái, don­de en 2023 el régi­men comu­ni­sta colo­có el 4 de abril a un obi­spo de los más afi­nes al par­ti­do, Joseph Shen Bin, de 55 años, sin siquie­ra avi­sar como se debía a la Santa Sede, que reac­cio­nó con una decla­ra­ción de pro­te­sta, pero tuvo que tra­gar el despre­cio tres meses después, el 15 de julio, con la fir­ma del Papa sobre el acto de nom­bra­mien­to.

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Una últi­ma obser­va­ción. Los obi­spos encar­ga­dos en cada oca­sión de pro­ce­der a las orde­na­cio­nes epi­sco­pa­les y de super­vi­sar las entra­das en las dió­ce­sis son evi­den­te­men­te ele­gi­dos por las auto­ri­da­des chi­nas sin nin­gún acuer­do con Roma que, de hecho, nun­ca comu­ni­ca los nom­bres. Y tam­bién los sacer­do­tes, las reli­gio­sas y los fie­les admi­ti­dos a estos ritos son cui­da­do­sa­men­te selec­cio­na­dos.

Y cui­da­do con quien no respe­te el pro­gra­ma de la cere­mo­nia, como suce­dió en 2012 en la cate­dral de Shanghái, cuan­do el nue­vo obi­spo Thaddeus Ma Daqin, recién orde­na­do, se sepa­ró de la Asociación Patriótica para rea­fir­mar su ple­na fide­li­dad a la Iglesia de Roma, y por ello fue arre­sta­do y con­fi­na­do en el semi­na­rio de Sheshan, don­de vive aún hoy sin nin­gún car­go, a pesar del acto públi­co de sumi­sión al régi­men que él fir­mó en 2015.

En resu­men, de una lec­tu­ra sinóp­ti­ca de los comu­ni­ca­dos emi­ti­dos por la Santa Sede y por la «Catholic Church in China» ante cada nue­vo nom­bra­mien­to epi­sco­pal, resul­ta evi­den­te que quien lle­va el con­trol es el régi­men de Pekín. No sor­pren­de, por lo tan­to, que el acuer­do secre­to suscri­to por el Vaticano sea obje­to de duras obje­cio­nes, o de aná­li­sis crí­ti­cos bien argu­men­ta­dos y docu­men­ta­dos como estos fir­ma­dos por Gianni Criveller del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras:

> Cuatro años de reno­va­da con­fian­za “por el bien de la Iglesia y del pue­blo chi­no” (23.10.2024)

> Beijing y la Santa Sede: seña­les posi­ti­vas, pero hay un silen­cio que pesa (12.2.2024)

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Sandro Magister ha sido fir­ma histó­ri­ca, como vati­ca­ni­sta, del sema­na­rio “L’Espresso”.
Los últi­mos artí­cu­los en español de su blog Settimo Cielo están en esta pági­na.
Todos los artí­cu­los de su blog Settimo Cielo están dispo­ni­bles en español desde 2017 hasta hoy.
También el índi­ce com­ple­to de todos los artí­cu­los en español, desde 2006 a 2016, de www.chiesa, el blog que lo pre­ce­dió.

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