El Papa Francisco ha dejado intacta la norma que asigna a los cardenales la tarea de elegir al futuro Papa. Pero ha hecho no poco daño a la capacidad de los cardenales de actuar como «colegio».
El futuro Papa será casi con toda seguridad uno de ellos. Y, para elegirlo, los electores necesitan conocerse bien, tener momentos regulares de encuentro y confrontación, actuar, precisamente, de forma colegial.
Pero es precisamente esto lo que Francisco truncó en la fase inicial de su pontificado, evidentemente molesto por el resultado del primer y último verdadero «consistorio» que convocó, cuando en febrero de 2014 llamó a los cardenales a consulta sobre los temas del inminente sínodo sobre la familia.
En aquel consistorio, celebrado durante dos días a puerta cerrada, el Papa confió el informe introductorio al cardenal Walter Kasper, teólogo de prestigio, ya combativo defensor, a principios de los noventa, de superar la prohibición de la comunión a los divorciados vueltos a casar, pero derrotado, entonces, por Juan Pablo II y por Joseph Ratzinger.
En el consistorio, Kasper volvió a promover de lleno sus tesis y dirá más tarde que lo había hecho de acuerdo con el Papa.
Además, Kasper obtuvo de Francisco el privilegio de romper el secreto sobre las cosas dichas por él en el consistorio, a diferencia de todos los demás cardenales. Cuando el siguiente 1 de marzo su informe salió por sorpresa en el diario italiano “Il Foglio”, el mismo informe estaba ya, de hecho, siendo impreso por la editorial Queriniana. El eco de la publicación fue inmenso.
Pero, ¿qué había ocurrido en el consistorio? Desde el primer día, el informe de Kasper fue contestado por un gran número de cardenales, y por los más autorizados, para visible irritación de Francisco que, al día siguiente, en la reapertura de los trabajos, intentó recomenzar desde el principio la discusión, diciendo que «había releído antes de dormir» el informe de Kasper y lo había encontrado más «profundo» y «sereno» que nunca, hasta el punto de hacerle exclamar, emocionado, que «esto se llama hacer teología de rodillas».
El problema fue que el primer cardenal que tomó la palabra aquella mañana, apuntado para hablar desde la tarde anterior, volvió a rebatir el informe de Kasper. Y aún varios más después de él.
Al comienzo de la primavera, para equilibrar el impacto público de las tesis de Kasper, la Congregación para la Doctrina de la Fe, entonces presidida por el cardenal Gerhard L. Müller y con Luis Francisco Ladaria Ferrer como secretario, programó la publicación en “L’Osservatore Romano” de una intervención de signo opuesto de un destacado cardenal. Pero la publicación de este texto fue vetada por el Papa.
En los meses siguientes, sin embargo, una buena docena de cardenales de prestigio intervinieron públicamente de diversas formas en defensa de la doctrina y la práctica de siempre, en contra de la comunión a los divorciados vueltos a casar. Entre ellos los alemanes Müller y Walter Brandmüller, los italianos Carlo Caffarra, Angelo Scola y Camillo Ruini, los canadienses Marc Ouellet y Thomas Collins, el estadounidense Raymond L. Burke y el australiano George Pell.
Algunos de estos, además de otros de gran relieve y no solo del campo conservador, estuvieron entre los firmantes, en octubre de 2015, de la carta al Papa «de los trece cardenales», que cuestionaba el enfoque dado a la segunda sesión del sínodo sobre la familia, enfureciendo aún más a Francisco.
Y tres de ellos, más el acreditado arzobispo de Colonia Joachim Meisner, entregaron, concluido el sínodo, sus “dubia” sobre lo que el papa había querido y decidido, haciendo clamorosamente pública su protesta, tras haber recibido, como única respuesta, el silencio.
Después de aquel polémico de 2014, Francisco ya no convocó más consistorios dignos de tal nombre, aparte de los puramente ceremoniales con motivo de los nombramientos de nuevos cardenales.
Pero, al menos, hasta 2016, el Colegio Cardenalicio dio muestras de vitalidad, con protagonistas de alto nivel de diversas orientaciones y muy conocidos incluso fuera del estrecho círculo de especialistas.
Después, sin embargo, el avance de la edad fue dejando fuera de juego a muchos de ellos, que estaban ya cerca de ese umbral de los 80 años que excluye del cónclave a quienes lo cruzan. Y los nuevos nombrados por Francisco han sido desde entonces en adelante, en su mayoría, desconocidos no sólo para el gran público, sino para sus propios hermanos en el cardenalato.
La justificación corriente es que Francisco quiere promover a cardenales a exponentes de las «periferias» de la Iglesia, titulares de pequeñas diócesis con pocos fieles, en lugar de sedes importantes e históricamente ilustres.
Pero, al impedir que se reúnan y confronten como colegio, el Papa también ha dificultado el conocimiento recíproco.
La necesidad de este conocimiento mutuo se ha sentido muchas veces también en el pasado. El cardenal Brandmüller, presidente de 1998 a 2009 del Pontificio Comité de Ciencias Históricas, ha documentado que desde el siglo XVIII en adelante se solían compilar precisos perfiles biográficos de cada cardenal, para hacerlos circular entre los electores en vísperas de los cónclaves.
Y esta necesidad sigue siendo plenamente actual. De los 140 cardenales electores que hoy tienen derecho a participar en un cónclave, más de 120 han sido nombrados por el papa Francisco, siguiendo los criterios antes mencionados. Y, ciertamente, no bastan las concisas biografías dispuestas en la página web de la Santa Sede para comprender el perfil real de cada uno.
Incluso Jorge Mario Bergoglio, en el cónclave de 2013, resultó ser votado por quienes tenían de él una imagen muy distinta de la real, revelada luego en el curso del pontificado. Basta releer lo que se pensaba de Bergoglio en 2002, cuando se le mencionó por primera vez como candidato a papa.
Pues bien, para llenar este vacío de conocimiento, hace unos días nació una nueva página web en inglés (aunque la cabecera está en latín: “Cardinalium Collegii Recensio”) con los perfiles exhaustivos y documentadísimos de cada cardenal:
> “The College of Cardinals Report”
Lo han ideado y lo dirigen los experimentados vaticanistas Diane Montagna, estadounidense, y Edward Pentin, inglés, autor en 2020 del libro “The Next Pope”, con las biografías de diecinueve candidatos al papado. Promueven la iniciativa el Sophia Institute Press y la revista plurilingüe “Cardinalis”, creada con la misma intención de ofrecer a los miembros del colegio cardenalicio información de calidad sobre la vida de la Iglesia.
El nuevo sitio web no sólo ofrece los datos biográficos de cada cardenal, sino que también describe con esmero cómo ha desempeñado hasta ahora sus funciones como obispo: las de santificar, gobernar, enseñar. También ofrece información sobre la postura de cada cardenal en los temas más controvertidos de la actualidad: desde la bendición de parejas homosexuales hasta las mujeres diáconos, desde la comunión a los divorciados vueltos a casar hasta el acuerdo entre la Santa Sede y China.
Para muchas decenas de cardenales, comenzando por los llamados «papables», los perfiles ya están completos, mientras que para los demás están en la red los elementos esenciales, con todo en constante actualización. Completan el “Report” informaciones sobre la historia del cardenalato y sobre el funcionamiento de un cónclave.
Montagna y Pentin prometen ser imparciales y presentar a cada cardenal «con caridad y verdad». Y quien los conoce desde hace años y aprecia su profesionalidad no puede dudar de ello.
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Sandro Magister ha sido firma histórica, como vaticanista, del semanario “L’Espresso”.
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