Si no es de "genocidio", muchos, incluso dentro de la Iglesia católica, acusan a Israel de limpieza étnica y de expulsión de la población palestina de su tierra. Y las recientes noticias, aún no del todo aclaradas, sobre las transferencias de algunos cientos de habitantes de Gaza a países como Indonesia, Malasia y Sudáfrica parecerían confirmar la acusación.
¿Pero es realmente así ?
En efecto, los datos del último informe, relativo a 2024, de la División de Población de las Naciones Unidas sobre las migraciones en todo el mundo registran para lo que se denomina "Estado de Palestina" (Cisjordania y Gaza) 272.481 inmigrados y 4.233.248 emigrados residentes en el extranjero, por lo tanto, con una pérdida total de casi 4 millones de habitantes, para ser exactos, 3.960.767. Esto con respecto a una población de 5.495.000 de personas que, en la misma fecha, residía en ese Estado.
Lo cual hace escribir al demógrafo Roberto Volpi, autor de un análisis profundo y relevante de los datos proporcionados por la División de Población – en un libro titulado "Tierra prometida" publicado en Italia hace unos días por la editorial Solferino –, que "en la clasificación de los 160 Estados del mundo con al menos un millón de habitantes, el Estado de Palestina, con un movimiento migratorio que equivale al 72,1% de su población, se coloca directamente en el primer puesto, sin adversarios capaces de inquietarlo, por la pérdida de habitantes imputable al movimiento migratorio".
Todo lo contrario de lo que ocurre en el Estado de Israel. Escribe Volpi :
"A finales de 2024, Israel contaba, sobre una población de 9.387.000 habitantes, con un saldo positivo del movimiento migratorio de 1.767.000 personas, equivalente al 18,8% de sus habitantes. Y es así que hoy el Estado de Israel tiene aproximadamente 3,9 millones de habitantes más que el 'Estado de Palestina', mientras que sin movimientos migratorios de habitantes tendría casi 2 millones menos".
Y prosigue :
"He aquí el resultado desconcertante que Hamás ha producido desde que domina en la llamada Franja de Gaza. Todos miran a los muertos – contados por el propio Hamás – provocados por la reacción completamente desmesurada del ejército israelí en respuesta al ataque terrorista de Hamás de octubre de 2023. Algo justo, es innegable. Pero nadie o casi nadie registra el hecho de que el 'Estado de Palestina' debería tener 9,5 millones de habitantes, pero tiene 5,5, mientras que Israel, que sin movimientos migratorios activos tendría 7,6 millones de habitantes, cuenta con 9,4 : no casi dos millones menos, sino casi dos millones más que el Estado de Palestina".
Los palestinos que a finales de 2024 resultan emigrados a tierra extranjera se han dirigido casi todos a Oriente Medio y al Norte de África. Y se reparten así : 2.380.000 en Jordania, 615.000 en Siria, 491.000 en Líbano, 322.000 en Libia, 132.000 en Arabia Saudita, 98.000 en Egipto, 56.000 en los Emiratos Árabes. Es mínima su presencia en Europa, 29.000, y en Norteamérica, 13.000.
Comenta Volpi : "Se trata de una emigración de muy corto alcance y, por lo tanto, pobre, en cuanto incapaz de alcanzar metas más ricas, pero más lejanas, y además elástica y contingente, en el sentido de muy ligada a las contingencias políticas. Su fortísima emigración a Jordania hace además pensar que también desde Cisjordania el flujo migratorio es intenso".
Entonces – se puede volver a preguntar – ¿todos estos datos confirmarían que efectivamente los palestinos, inducidos y casi forzados a emigrar, son víctimas no solo de la opresión de Hamás y de las violencias de los colonos judíos, sino también de un plan de limpieza étnica por parte del Estado de Israel ?
De ningún modo. Porque hay aún otros datos que cuestionan seriamente esta tesis.
En 1949, dentro de los confines del recién nacido Estado de Israel, se contaban alrededor de 650.000 judíos y 160.000 árabes, más 20.000 que no eran ni judíos ni árabes. Los judíos eran el 78% de la población y los árabes el 19,5%.
En 2022, siempre en el Estado de Israel, los judíos eran 7.069.000, los árabes 2.026.000 y los "otros" 498.000. Con un crecimiento arrollador respecto a 1949 no solo de los judíos sino también de los árabes con ciudadanía israelí, que en ese momento eran el 21% de toda la población de Israel.
Las últimas cifras publicadas por la oficina de estadística de Israel, actualizadas al 31 de diciembre de 2024 – por lo tanto, después de más de un año de la masacre del 7 de octubre de 2023 por parte de Hamás y del consecuente y despiadado ataque a Gaza –, registran dentro de las fronteras de Israel 7.707.000 judíos, 2.104.000 árabes con ciudadanía israelí y 210.000 "otros": estos últimos con una disminución del 5 al 2% de la población ya que son trabajadores extranjeros, sobre todo asiáticos, que han tenido que repatriarse en gran número a causa de la guerra, pero con los árabes que se mantienen en el 21% de la población.
También los casi 5.500.000 árabes residentes en el "Estado de Palestina", es decir, en Cisjordania y Gaza, no han registrado en estos tiempos de guerra variaciones sensibles. Pero esto, de nuevo, no excluye que entre sus emigrados haya quien haya dejado Judea y Samaria por las violencias de los colonos judíos.
El punto clave es, sin embargo, otro. Está precisamente en esos más de dos millones de ciudadanos árabes palestinos que viven en Israel, con sus representantes en el parlamento, en los gobiernos, en la corte suprema y al frente del primer banco del país, con roles de relieve en los hospitales y en las universidades, además de convivir pacíficamente en ciudades como Haifa, Jaffa, Jerusalén, aquí incluso 300.000. Ninguno de ellos resulta empujado a irse. Y la declaración de independencia de Israel de 1948 inequívocamente afirma la igualdad de todos los ciudadanos sin distinciones, una igualdad que no puede ser afectada ni siquiera por la muy criticada ley aprobada en 2018 sobre la naturaleza judía del Estado.
A la inversa, no hay un solo judío al que se le permita ser ciudadano del "Estado de Palestina". En cuanto a los países árabes, baste decir que en 1947 vivían en ellos alrededor de 850.000 judíos, mientras que hoy hay menos de 10.000. En continuo descenso, en el Estado de Palestina, están también los cristianos, a partir de los acuerdos de Oslo de 1995 que asignaron a la Autoridad Palestina la administración del territorio. En Belén los cristianos, que entonces eran el 60% de los habitantes de la ciudad, hoy son el 12%.
En resumen, aunque con algunos episodios en su apoyo, la tesis de una voluntad general de Israel de expulsar a los palestinos de los territorios en los que habitan no resulta confirmada por los datos hasta ahora mencionados.
Tampoco debe descuidarse que el duodécimo punto del plan de paz para Gaza, aceptado también por Israel, dice textualmente :
"Nadie será forzado a dejar Gaza y aquellos que deseen irse serán libres de hacerlo y libres de volver. Incentivaremos a las personas a permanecer y les ofreceremos la oportunidad de construir una Gaza mejor".
Pero hay también un último aspecto de la cuestión que debe evaluarse. Y es el de las diferentes dinámicas demográficas de las dos poblaciones, la judía y la palestina.
Durante mucho tiempo el temor de Israel ha sido que, en una futura coexistencia entre las dos poblaciones, en dos Estados vecinos o dentro de las fronteras de un único Estado, los prolíficos palestinos acabarían superando numéricamente a los judíos.
Pero la realidad dice también aquí lo contrario. Desde 2018 la fertilidad de la población judía ha superado a la de los ciudadanos árabes de Israel y desde entonces se ha mantenido por encima de la media de tres hijos por mujer, primacía absoluta entre los países avanzados. Y esto no solo entre los ultraortodoxos, sino en el conjunto de la población judía.
Comenta y concluye Volpi, sobre la base tanto de la ola migratoria de los palestinos como de estos diferentes índices de natalidad :
"Y así Israel, que miraba con gran preocupación a las diferentes dinámicas demográficas de las dos realidades, hoy, después de 18 años de poder absoluto de Hamás en Gaza y de políticas de guerra y terrorismo conducidas por esa organización contra él, puede ya archivar como ganado para largas décadas venideras y, dígase incluso para siempre, el desafío demográfico. Suya es una población en gran ascenso mientras, aunque parezca increíble, la de Palestina aparece, a pesar de su jovencísima edad media, como una población en grave declive – y esto, quede claro, ya desde mucho antes del terrible 7 de octubre de 2023".
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Debe señalarse, de todos modos, que el 19 de noviembre un grupo de cristianos, en su mayoría palestinos, hizo público en Jerusalén "Un testimonio ecuménico para la igualdad y una paz justa en Palestina/Israel" que no solo rechaza como "colonialista" el plan de paz negociado por los Estados Unidos y aprobado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, sino que relanza contra Israel la acusación de "cometer genocidios".
Entre quienes han firmado este manifiesto se encuentran el patriarca latino emérito de Jerusalén Michel Sabbah, el arzobispo greco-ortodoxo Attallah Hanna, el obispo luterano emérito de Tierra Santa Munib Younan, el jesuita judío y ciudadano israelí David Neuhaus y el monje Alessandro Barchi de la Pequeña Familia de la Anunciada fundada por don Giuseppe Dossetti, con monasterio cerca de Ramala.
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Sandro Magister ha sido firma histórica, como vaticanista, del semanario "L'Espresso".
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