León XIV (en la foto cuando era misionero y obispo en Perú) dedicó su primera audiencia pública, el lunes 12 de mayo, a los más de 5 mil periodistas llegados a Roma desde todo el mundo para la elección del nuevo papa.
“Paz” y “verdad” fueron las palabras clave de su discurso. Objetivos que pueden costar incluso la libertad y la vida a muchos periodistas. Para ellos, el Papa lanzó de inmediato esta vibrante llamada:
“Permítanme entonces reiterar hoy la solidaridad de la Iglesia con los periodistas encarcelados por haber intentado contar la verdad, y por medio de estas palabras también pedir la liberación de los mismos. La Iglesia reconoce en estos testigos —pienso en aquellos que informan sobre la guerra incluso a costa de la vida— la valentía de quien defiende la dignidad, la justicia y el derecho de los pueblos a estar informados, porque sólo los pueblos informados pueden tomar decisiones con libertad. El sufrimiento de estos periodistas detenidos interpela la conciencia de las naciones y de la comunidad internacional, pidiéndonos a todos que custodiemos el bien precioso de la libertad de expresión y de prensa”.
En efecto, desde Rusia hasta Irán o China, no son pocos los periodistas que hoy terminan encarcelados. “Vivimos tiempos difíciles”, dijo León. Pero tampoco pueden existir —agregó de inmediato— una comunicación, un periodismo y una Iglesia fuera del tiempo y de la historia. “Como nos recuerda san Agustín, que decía: ‘Vivamos bien, y serán buenos los tiempos. Los tiempos somos nosotros’”.
No es la primera vez que el agustino Robert F. Prevost aborda la cuestión de los medios. El 11 de octubre de 2012 dedicó precisamente a este tema la intervención que realizó en el Sínodo convocado por Benedicto XVI sobre “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.
La sala de prensa de la Santa Sede y “L’Osservatore Romano”, como era habitual en esa época, publicaban cada día el resumen de cada intervención. Y así hicieron con lo que dijo entonces el prior general de la Orden de San Agustín.
Pero es el texto íntegro de aquella intervención lo que sorprende, por la agudeza del diagnóstico sobre las distorsiones mediáticas de la sociedad actual, y más aún por la referencia a los Padres de la Iglesia —desde Agustín hasta Ambrosio, León Magno o Gregorio de Nisa— como maestros geniales para enfrentar los desafíos de la comunicación de su tiempo y, por tanto, para entender cómo evangelizar mejor la sociedad de finales del Imperio.
Aquella intervención de Prevost en el Sínodo de 2012 fue archivada por él mismo en dos videos grabados entonces por “Catholic News Service”, la agencia de la conferencia episcopal de Estados Unidos.
Y nuevamente “Catholic News Service”, tras la elección de Prevost como papa, puso a disposición una entrevista en vídeo de media hora, recogida ese mismo año por Francis X. Rocca, sobre medios y evangelización.
continuación, presentamos la traducción de la intervención de Prevost en el Sínodo de 2012. Los tres vídeos están disponibles en esta página del blog del profesor Leonardo Lugaresi, insigne especialista de los Padres de la Iglesia.
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Los Padres de la Iglesia y los medios de su tiempo. Una lección para hoy
por Robert F. Prevost
(Intervención en el Sínodo sobre la evangelización, 11 de octubre de 2012)
Los medios occidentales son extraordinariamente efectivos en promover una solidaridad pública generalizada hacia creencias y prácticas contrarias al Evangelio, como el aborto, la homosexualidad y la eutanasia. A lo sumo, los medios toleran la religión como algo insulso o extravagante, siempre que no se oponga activamente a las posiciones éticas que estos asumen como propias.
Sin embargo, cuando las personas religiosas se pronuncian contra tales posiciones, los medios colocan a la religión bajo los focos, pintándola como ideológica e insensible a las necesidades supuestamente vitales de las personas en el mundo contemporáneo.
La simpatía por las opciones de vida anticristianas, alentada por los medios, está tan hábilmente arraigada en la opinión pública que, cuando las personas escuchan el mensaje cristiano, este les parece inevitablemente cruel a nivel ideológico y emocional, en contraste con el supuesto humanitarismo de la perspectiva anticristiana.
Los pastores católicos que predican contra la legalización del aborto o la redefinición del matrimonio son descritos como ideológicos, duros e insensibles. No por algo que hayan hecho o dicho, sino porque el público compara su mensaje con el tono amable y compasivo de la imagen fabricada por los medios: seres humanos atrapados en situaciones moralmente complejas, tomando decisiones presentadas como sanas y buenas.
Es el caso, por ejemplo, de cómo hoy se representan en series de televisión y películas las familias alternativas, incluidas las formadas por parejas del mismo sexo que adoptan hijos.
Si la nueva evangelización quiere contrarrestar con éxito esta distorsión mediática de la religión y la ética, los pastores, predicadores, maestros y catequistas deberán estar mucho más informados sobre el contexto de la evangelización en un mundo dominado por los medios de masas.
Los Padres de la Iglesia ofrecieron una respuesta formidable a las corrientes literarias y retóricas no cristianas y anticristianas activas en el Imperio romano, las cuales definían el imaginario religioso y ético de la época.
Las “Confesiones” de Agustín, con su crucial imagen del “corazón inquieto”, definieron el modo en que cristianos y no cristianos en Occidente repensaron la aventura de la conversión religiosa.
En “La Ciudad de Dios”, Agustín aprovechó el relato del encuentro de Alejandro Magno con un pirata capturado para ironizar sobre la presunta legitimidad moral del Imperio romano.
Los Padres de la Iglesia, como Juan Crisóstomo, Ambrosio, León Magno y Gregorio de Nisa, no fueron grandes retóricos por ser grandes predicadores: fueron grandes predicadores porque primero fueron grandes retóricos.
En otras palabras, su evangelización tuvo éxito en gran parte porque comprendían los fundamentos de la comunicación social adecuados al mundo en que vivían. Así, detallaban las técnicas con las que los centros de poder secular manipulaban las imágenes religiosas y éticas populares de su tiempo.
Además, la Iglesia debe resistir la tentación de creer que puede competir con los medios modernos convirtiendo la sagrada liturgia en un espectáculo.
Al respecto, Padres como Tertuliano nos recuerdan hoy que el espectáculo visual es dominio del “saeculum” y que nuestra misión es introducir a las personas en la naturaleza del Misterio, como antídoto al espectáculo.
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Sandro Magister ha sido firma histórica, como vaticanista, del semanario “L’Espresso”.
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