(s.m.) La Navidad de Jesús es también "epifanía", manifestación de la unión nupcial entre Cristo y la Iglesia. En la liturgia del tiempo navideño, forman una unidad con el relato de la natividad la llegada de los Magos con sus dones, el bautismo en el Jordán de quien es el Cordero de Dios, y el agua convertida en vino en las bodas de Caná.
Justo como en esta maravillosa antífona de la liturgia ambrosiana, en la misa de la Epifanía :
"Hodie caelesti Sponso iuncta est Ecclesia, quoniam in Iordane lavit eius crimina. Currunt cum munere Magi ad regales nuptias ; et ex aqua facto vino laetantur convivia. Baptizat miles Regem, servus Dominum suum, Ioannes Salvatorem. Aqua Iordanis stupuit, columba protestatur, paterna vox audita est : Filius meus hic est, in quo bene complacui, ipsum audite".
Que, traducido, dice :
"Hoy la Iglesia se ha unido al Esposo celestial, porque en el Jordán Él lavó sus pecados. Acuden los Magos con dones a las bodas reales ; y del agua convertida en vino se alegran los convidados. El soldado bautiza a su Rey, el siervo a su Señor, Juan al Salvador ; el agua del Jordán se estremece, la Paloma da testimonio, la voz del Padre declara : Éste es mi Hijo, en quien he puesto mi complacencia, escuchadlo".
Epifánico florecimiento que se condensa en la identificación de Jesús con el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1,29) y que se realiza en cada eucaristía, justamente introducida con las palabras del ángel en Apocalipsis 19,9 : "Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero".
Hay una extraordinaria homilía de Benedicto XVI, inédita hasta hace pocos días, que revela el significado profundo precisamente de esta imagen del Cordero de Dios y, por lo tanto, también de la epifanía navideña.
Fue pronunciada por él el 19 de enero de 2014, un año después de su renuncia al papado, en el monasterio vaticano "Mater Ecclesiae" donde se había retirado. Y ha sido publicada en el segundo volumen de sus homilías inéditas desde 2005 hasta 2017, impreso este mes de diciembre por la Libreria Editrice Vaticana con el título : "Dios es la verdadera realidad".
La misa es la del II Domingo del Tiempo Ordinario, año A, con las lecturas de Isaías 49,3.5 – 6, del Salmo 40, de la Primera Carta a los Corintios 1,1 – 3 y de Juan 1,29 – 34.
La reproducción de la homilía ha sido autorizada por el editor y Settimo Cielo la ofrece a sus lectores con los más cordiales deseos de Feliz Navidad.
¡Y nos vemos después de la Epifanía !
*
El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo
de Benedicto XVI
Homilía del II Domingo del Tiempo Ordinario, Año A, 19 de enero de 2014
Queridos amigos, en el Evangelio hemos escuchado el testimonio de Juan Bautista sobre Jesús. Él señala tres elementos : primero, "el cordero de Dios"; segundo, "existía antes que yo", y así indica la preexistencia, es decir, que este Jesús, aunque llegó tarde a la historia, existía desde siempre, es el Hijo de Dios ; y tercero, este Jesús no solo predica, no solo invita a la conversión, sino que da una nueva vida, un nuevo nacimiento, nos da un nuevo origen atrayéndonos hacia sí.
En estos tres elementos está presente toda la fe cristológica de la Iglesia : la fe en la redención del pecado, la fe en la divinidad de Cristo y la fe en el nuevo nacimiento de nosotros, los cristianos. No hay solo confesión y doctrina, sino también la vida litúrgica cultual : el primer punto, el cordero de Dios, nos indica la Pascua de los cristianos, nos indica el misterio de la Eucaristía, y el tercero señala el misterio del Bautismo ; así están presentes los Sacramentos fundamentales y la fe fundamental en la divinidad de Jesús.
Para no extenderme demasiado, ahora quisiera meditar con vosotros solo el primer punto, que quizás sea también el más difícil para nosotros : "El cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo". ¿Qué quiere decir que el Hijo de Dios, Jesús, es llamado "cordero, cordero de Dios, que quita el pecado del mundo"?
Esta palabra, "cordero", en la Sagrada Escritura es una palabra fundamental : la encontramos desde el Génesis hasta el Apocalipsis, es más, es la palabra central del Apocalipsis, pues aquí nada menos que 28 veces Jesús aparece como cordero y centro de la historia del mundo.
Vemos tres textos fundamentales. Encontramos un primer indicio, una primera previsión, en la historia de Abraham : la inmolación de Isaac (cfr. Gn 22). Abraham había sido invitado por Dios a dar a su hijo, que era su futuro, la relación entre él y la promesa, por lo tanto, era su propia vida. Al dar a Isaac renunciaba al futuro, renunciaba a su propia vida, y esta era la invitación : darse a sí mismo en el hijo. Pero en el momento en que quiere matar al hijo, pasando del acto fundamental del corazón al acto del sacrificio externo, Dios interviene, se lo impide, y el propio Abraham encuentra y ve, enredado en la zarza, un cordero, y comprende : "Dios mismo me provee el don". Dios no quiere nuestra muerte, sino nuestra vida, y nosotros podemos dar a Dios solo dones dados por Él mismo, como decimos en la primera Plegaria eucarística : Dios mismo me da lo que yo puedo dar, lo que yo doy es siempre don suyo, Dios se da a sí mismo.
En el Evangelio de san Juan –en el capítulo octavo– hay un texto sorprendente, donde Jesús dice : "Abraham vio mi día y se alegró" (Jn 8,56). No sabemos a qué alude el Evangelista, no sabemos cómo y cuándo Abraham vio el día de Dios para alegrarse ; pero quizás podamos pensar claramente en este momento en el cual ve el cordero y así, desde lejos, ve el verdadero cordero, el Dios que se hace cordero, el Dios que se dona a sí mismo en el Hijo, y al ver esta grandeza del amor de Dios, que se da a sí mismo haciéndose cordero, se regocija, comprende toda la belleza de su fe, la grandeza, la bondad y el amor de Dios.
Luego los otros dos textos fundamentales son uno en el Éxodo, la institución de la Pascua (cfr. Ex 12,1 – 14), y el otro en el profeta Isaías, el cuarto canto del Siervo de Dios (cfr. Is 52,13 – 53,12). En el de Isaías, en un doble sentido, el Siervo aparece como cordero ; se dice : "Se comporta como un cordero, como una oveja que es llevada al matadero, no abre la boca", se deja matar sin oponer resistencia. Pero, además del hecho de que el Siervo se comporta como cordero destinado a la muerte, hay algo más profundo, y es que la palabra "Siervo" (taljā’ en arameo) también puede ser interpretada como "cordero", es decir, el Siervo mismo es el cordero, en el Siervo se realiza la suerte del cordero, él se convierte en el cordero por todos nosotros.
ùEl texto del Éxodo es la institución de la Pascua. Como sabemos, es la noche de la liberación de Egipto y la sangre del cordero defiende a Israel contra la muerte, y al mismo tiempo abre la puerta a la libertad ; es noche de la liberación, noche de la victoria sobre la muerte, noche de la libertad : todo centrado en la sangre del cordero. Por eso es tan importante que, en el capítulo 19 de su Evangelio, san Juan nos comunique que Jesús fue traspasado por el soldado romano precisamente en el momento en que en el templo se matan los corderos pascuales. Esta identificación, esta contemporaneidad instantánea, nos dice : "El verdadero cordero es Jesús". El animal cordero no puede liberar, no puede defendernos ante la muerte ; el cordero es solo un signo, un signo de expectativa. El verdadero cordero muere en ese momento : Jesús es el cordero pascual y así comienza la verdadera Pascua, la liberación de la muerte, la salida hacia la libertad de los hijos de Dios.
Para nosotros hoy es muy difícil comprender estas cosas, que son misteriosas. El misterio de la Encarnación y de la Pascua, es decir, que Dios se hace uno de nosotros y lleva nuestras cargas, nosotros hoy lo comprendemos con dificultad. Quisiera intentar proponer dos ideas para acercarnos a su comprensión.
La primera : el ángel de Dios reconoce a los amigos de Dios por la sangre del cordero puesta en el dintel de las puertas. La sangre del cordero es señal de los amigos de Dios. Ahora, ¿cómo podríamos nosotros estar marcados así ? ¿El dintel de la puerta de mi ser, cómo puede ser marcado por la sangre del cordero que Dios reconoce ? Esto es un misterio.
Quizás podamos decir que estar marcado por la sangre del cordero, de modo que Dios me reconozca, quiere decir entrar en los sentimientos de Jesús, identificarse con Jesús. Su sangre es señal de su donación, de su amor infinito, de su identificación con nosotros ; entrar en los sentimientos de Jesús quiere decir que realmente en el dintel de mi ser está esta sangre, esta consanguinidad con Jesús, que conoce a Dios y Dios reconoce en nosotros.
Me ha venido a la mente también otra imagen : el papa Francisco habla a menudo del pastor que debe conocer el olor, el perfume de las ovejas, y tener él mismo el olor de las ovejas. Podríamos decir : nosotros debemos comenzar a conocer el olor, el perfume de Cristo, y nosotros mismos tener este perfume de Cristo, ser ovejas de Cristo con su perfume, con nuestro modo de pensar y de vivir. Pidamos al Señor que nos dé esta identificación creciente, día a día, en el encuentro de la Eucaristía. Que su perfume se vuelva el nuestro y Dios pueda sentir el perfume del Hijo, y así podamos ser guiados, protegidos por la bondad divina.
La otra idea es : san Juan aquí no dice "los pecados del mundo", sino "el que lleva el pecado del mundo" (cfr. Jn 1,29). Es muy difícil entender esto, yo intento hacerlo con una aproximación. Todos sabemos que en el mundo hay una masa de mal terrible, de violencia, de arrogancia, de lujuria ; cada día, viendo el telediario, leyendo el periódico, vemos cómo la masa del mal, de la injusticia del mundo crece permanentemente. ¿Cómo responder a todo esto ?
olo sería posible si en el mundo hubiera una masa aún mayor de bien, que pueda vencer ; solo partiendo de esto puede haber perdón. El perdón no puede ser solo una palabra, no cambiaría nada ; el perdón debe estar cubierto por una realidad previa de bien que sea suficientemente fuerte para destruir realmente este mal, para eliminarlo.
ste es el sentido de la pasión de Cristo, que con su amor inmolado crea una masa de bien en el mundo que es infinita, y por eso es siempre más grande que la masa del mal, y así esto es superado, el mal perdonado, el mundo cambiado. Esta es la realidad del cordero, de Dios que se hace hombre, se hace cordero y crea una cantidad –por así decirlo– de amor y de bondad que es siempre más grande que toda la cantidad de mal que existe en el mundo. Así "lleva" el mal del mundo y nos invita a tomar nuestra posición, a colocarnos de su lado.
San Pablo ha usado una fórmula audaz : "Nosotros debemos completar lo que falta de la pasión de Cristo" (cfr. Col 1,24). La pasión de Cristo es un tesoro infinito y nosotros no podemos añadirle nada, y sin embargo el Señor nos invita a entrar en esta masa del bien, a completarla en nosotros con nuestro modo de vivir humilde y pobre, y así estar con Cristo en la lucha contra el mal, ayudarle, sabiendo al mismo tiempo que Él lleva también mi mal y me perdona también a mí con el tesoro de su intimidad, de su bondad.
Todo esto no es solo doctrina, cada día es realidad en la Sagrada Eucaristía. El sacerdote dice precisamente lo que dice san Juan, se hace voz de san Juan : "Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo", nos invita a ver con nuestro corazón esta grandeza del amor de Dios, que se hace don para nosotros, se hace cordero para nosotros, se entrega en nuestras manos.
Y, antes, cantamos tres veces el "Cordero de Dios", que es al mismo tiempo un canto pascual, sobre la pasión de Cristo y sobre la victoria de Cristo ; y es un canto nupcial, porque esta comunión es también desposorio : Cristo se entrega a nosotros, se une con nosotros y así realiza realmente las bodas de la humanidad con Dios, nos hace entrar en sus bodas. Las palabras con las que, según la nueva liturgia, el sacerdote invita a la comunión : "Dichosos los invitados a la cena del Señor", en el original del Apocalipsis dice : "Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero". Así aparece todo el misterio de la Eucaristía – bodas del cordero, cena de las bodas del cordero –, que es entrar en este gran acontecimiento, que supera nuestra comprensión, nuestra inteligencia ; sin embargo, podemos vislumbrar la grandeza del amor de Dios, que se une a nosotros, que nos llama a las bodas de la unión nupcial en su bondad, en su amor.
Como he dicho, en el Apocalipsis el cordero aparece 28 veces : es el centro de la historia del universo ; el universo y la historia se inclinan ante el cordero (cfr. Ap 5,5 – 14). Entremos en este gesto de la liturgia cósmica, de la liturgia universal, inclinémonos ante este misterio y roguemos al Señor que nos ilumine, nos transforme, nos haga partícipes de este amor, de estas bodas del Cordero. ¡Amén !
*
En la foto de arriba, un detalle del Bautismo de Jesús pintado por Piero della Francesca, 1440 – 1450, conservado en la National Gallery de Londres.
— — — -
Sandro Magister ha sido firma histórica, como vaticanista, del semanario "L'Espresso".
Los últimos artículos en español de su blog Settimo Cielo están enesta página.
Todos los artículos de su blog Settimo Cielo están disponibles en españoldesde 2017 hasta hoy.
También el índice completo de todos los artículos en español,desde 2006 a 2016.