Los nuevos mártires de la yihad. El islamismo radical masacra a cristianos

No solo están Ucrania y Gaza. El Papa León ha lla­ma­do recien­te­men­te la aten­ción sobre dos masa­cres ocur­ri­das en otros luga­res, con víc­ti­mas cri­stia­nas, que refle­jan un fuer­te resur­gi­mien­to de la agre­si­vi­dad del isla­mi­smo radi­cal, encar­na­do prin­ci­pal­men­te por Al-Qaeda y el ISIS, el Estado Islámico.

Sobre la pri­me­ra de estas masa­cres, en Nigeria, León se expre­só así duran­te el Ángelus del 15 de junio:

“En la noche del 13 al 14 de junio, en la ciu­dad de Yelwata, en el área admi­ni­stra­ti­va local de Gouma, en el esta­do de Benue, Nigeria, ocur­rió una ter­ri­ble masa­cre en la que unas doscien­tas per­so­nas fue­ron ase­si­na­das con extre­ma cruel­dad, la mayo­ría de ellas despla­za­dos inter­nos alo­ja­dos en la misión cató­li­ca local. Rezo para que la segu­ri­dad, la justi­cia y la paz pre­va­le­z­can en Nigeria, un país ama­do y tan gol­pea­do por diver­sas for­mas de vio­len­cia. Y rezo espe­cial­men­te por las comu­ni­da­des cri­stia­nas rura­les del esta­do de Benue, que ince­san­te­men­te han sido víc­ti­mas de la vio­len­cia”.

Sobre la segun­da masa­cre, ocur­ri­da en Siria (ver foto), sus pala­bras duran­te la audien­cia gene­ral del miér­co­les 25 de junio fue­ron:

“El domin­go pasa­do se come­tió un vil aten­ta­do ter­ro­ri­sta con­tra la comu­ni­dad greco-ortodoxa en la igle­sia de Mar Elías en Damasco. Encomendamos a las víc­ti­mas a la mise­ri­cor­dia de Dios y ele­va­mos nue­stras ora­cio­nes por los heri­dos y los fami­lia­res. A los cri­stia­nos de Oriente Medio les digo: ¡Estoy cer­ca de voso­tros! ¡Toda la Iglesia está cer­ca de voso­tros! Este trá­gi­co even­to recuer­da la pro­fun­da fra­gi­li­dad que aún mar­ca a Siria después de años de con­flic­to e ine­sta­bi­li­dad. Es fun­da­men­tal que la comu­ni­dad inter­na­cio­nal no apar­te la mira­da de este país, sino que con­ti­núe ofre­cién­do­le apoyo median­te gestos de soli­da­ri­dad y con un reno­va­do com­pro­mi­so por la paz y la recon­ci­lia­ción”.

El fin del cali­fa­to crea­do por el ISIS en 2014 entre Siria e Irak, con capi­ta­les en Raqqa y Mosul, der­ro­ta­do en 2019 por mili­cias kur­das apoya­das por Estados Unidos, abrió una fase de eclip­se del ter­ro­ri­smo isla­mi­sta, que sin embar­go era solo apa­ren­te y ocul­ta­ba una reor­ga­ni­za­ción que hoy ha vuel­to a la acción con una masi­va rea­nu­da­ción de agre­sio­nes, tan­to en áreas de pre­sen­cia pre­via, en África y en Asia, como en Occidente.

A este resur­gi­mien­to del ter­ro­ri­smo isla­mi­sta, “La Civiltà Cattolica” —la revi­sta de los jesui­tas de Roma, publi­ca­da bajo super­vi­sión de las máxi­mas auto­ri­da­des vati­ca­nas— dedi­có en su últi­mo núme­ro un aná­li­sis detal­la­do escri­to por Giovanni Sale, cuyos pun­tos prin­ci­pa­les son úti­les de repa­sar.

La gala­xia yiha­di­sta, del ára­be “yihad”, guer­ra san­ta, ya no está cen­tra­li­za­da en un ter­ri­to­rio espe­cí­fi­co, sino que se ha vuel­to más descen­tra­li­za­da y capi­lar, con un inten­so reclu­ta­mien­to inclu­so muy lejos de los tea­tros ope­ra­ti­vos. Por ejem­plo, hace días se desman­te­ló en Malasia una red del ISIS que reclu­ta­ba adep­tos entre migran­tes de Bangladesh.

En Occidente, el reclu­ta­mien­to busca acti­var inclu­so a ata­can­tes soli­ta­rios, inci­ta­dos a actuar con­tra musul­ma­nes here­jes, cri­stia­nos y judíos, aun­que en la prác­ti­ca masa­cran a ciu­da­da­nos comu­nes, a menu­do arrol­la­dos por vehí­cu­los lan­za­dos con­tra mul­ti­tu­des. Estos ata­ques ocur­ren prin­ci­pal­men­te en EE.UU., Francia y Alemania, y “La Civiltà Cattolica” hace un impac­tan­te recuen­to. Son fáci­les de eje­cu­tar y siem­pre dejan nume­ro­sas víc­ti­mas, infun­dien­do un exten­so ter­ror.

Pero es con­tra los ene­mi­gos histó­ri­cos del ISIS don­de el ter­ror resur­ge con más fuer­za. El 3 de ene­ro de 2024, dos aten­ta­dos en la ciu­dad ira­ní de Kerman mata­ron a más de cien per­so­nas que con­me­mo­ra­ban el cuar­to ani­ver­sa­rio del ase­si­na­to del gene­ral Qasem Soleimani. Al rei­vin­di­car la masa­cre, el ISIS dejó cla­ro que con­si­de­ra a los chiíes en el poder en Irán su prin­ci­pal adver­sa­rio, por moti­vos reli­gio­sos antes que polí­ti­cos, distan­cián­do­se inclu­so de Hamás por su finan­cia­ción ira­ní, pese a com­par­tir el obje­ti­vo de destruir Israel.

Otro adver­sa­rio, este menos pre­vi­sto, con­tra el que arre­me­te el ISIS es Rusia. El 22 de mar­zo de 2024, ter­ro­ri­stas del ISIS mata­ron a más de 130 per­so­nas e hirie­ron a 180 en un con­cier­to en el Crocus City Hall de Moscú.

Y aho­ra, con el régi­men de Assad debi­li­ta­do en Siria y las guar­ni­cio­nes rusas reti­ra­das, el ISIS busca recu­pe­rar ter­re­no. Diez mil de sus hom­bres están dete­ni­dos en cam­pos de pri­sio­ne­ros custo­dia­dos por kur­dos, con apoyo de dos mil sol­da­dos esta­dou­ni­den­ses. Si Donald Trump reti­ra ese apoyo, como ha insi­nua­do, el ISIS podría libe­rar a esos pri­sio­ne­ros, dupli­can­do sus efec­ti­vos.

La masa­cre del 22 de junio en la igle­sia de Mar Elías en Damasco es un trá­gi­co signo de este resur­gi­mien­to.

Pero don­de los yiha­di­stas nun­ca han per­di­do ter­re­no, es más, han con­so­li­da­do su pre­sen­cia, es en el África sub­sa­ha­ria­na, de Malí a Burkina Faso, Níger, Chad. Allí, las tro­pas fran­ce­sas, esta­dou­ni­den­ses o de la ONU se han reti­ra­do, reem­pla­za­das por mer­ce­na­rios rusos del gru­po Wagner, que apoyan a regí­me­nes loca­les.

En esta vasta región, los ter­ro­ri­stas isla­mi­stas per­te­ne­cen a dos cor­rien­tes. En Malí, el gru­po más acti­vo es el GSIM, Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes, for­ma­do en gran par­te por tua­reg con­ver­ti­dos a un islam radi­cal por pre­di­ca­do­res ára­bes y paqui­sta­níes. Mientras tan­to, en otras zonas ope­ra el ISWAP, el Estado Islámico de África Occidental.

El pri­me­ro for­ma par­te de la órbi­ta de Al-Qaeda, mien­tras que el segun­do se inspi­ra en el ISIS. Y las dife­ren­cias no son meno­res, hasta el pun­to de haber desen­ca­de­na­do enfren­ta­mien­tos arma­dos entre ambos gru­pos, con un alto núme­ro de víc­ti­mas.

Los pri­me­ros son sala­fi­stas, del ára­be “salaf”, ancia­no, es decir, se remi­ten al islam de la edad de oro y solo con­si­de­ran apó­sta­tas a los líde­res de Estados musul­ma­nes que no siguen su visión del Islam, no así a los pue­blos. En cam­bio, los segun­dos son tak­fi­ri­stas, del ára­be “tak­fir”, exco­mu­nión, es decir, sostie­nen que tam­bién el pue­blo es apó­sta­ta y debe ser con­de­na­do. Los dos repre­sen­tan las dos alas del yiha­di­smo con­tem­po­rá­neo.

Y ambos están expan­dién­do­se. “La Civiltà Cattolica” cita un recien­te infor­me de la ONU según el cual los yiha­di­stas ya “ame­na­zan a los Estados coste­ros de África Occidental y podrían esta­ble­cer, como ha ocur­ri­do antes, un ‘san­tua­rio ter­ro­ri­sta’ desde el cual ata­car tan­to a África como a Occidente”.

Pero la expan­sión tam­bién avan­za en la popu­lo­sa Nigeria, don­de la isla­mi­za­ción cre­ce a expen­sas de los cri­stia­nos, impul­sa­da por los ata­ques de ambas for­ma­cio­nes yiha­di­stas, la lla­ma­da Boko Haram, vin­cu­la­da a Al-Qaeda, y el ISWAP, afi­lia­do al ISIS.

Los Estados don­de los isla­mi­stas radi­ca­les domi­nan con más fuer­za son Borno y Adamawa, en el nore­ste de Nigeria, fron­te­ri­zos con el Chad. Mientras, más al sur, en los esta­dos de Benue y Enugu, la tri­bu musul­ma­na de los Fulani, for­ma­da por pasto­res, hosti­ga y per­si­gue con cre­cien­te agre­si­vi­dad a los agri­cul­to­res cri­stia­nos, quie­nes denun­cian que estas agre­sio­nes cuen­tan con el apoyo del gobier­no cen­tral.

La ter­ri­ble masa­cre men­cio­na­da por el Papa a media­dos de junio ocur­rió pre­ci­sa­men­te en el esta­do de Benue, y es solo el últi­mo epi­so­dio de una esca­la­da de vio­len­cia con­tra igle­sias y aldeas cri­stia­nas.

En cuan­to a la otra masa­cre recor­da­da por el Pontífice, la de la igle­sia greco-ortodoxa de Mar Elías en Damasco, el gobier­no sirio la atri­buyó al ISIS, afir­man­do haber arre­sta­do a varios guer­ril­le­ros y desar­ti­cu­la­do una célu­la. Sin embar­go, la rei­vin­di­ca­ción lle­gó de otro gru­po yiha­di­sta, de nom­bre Saraya Ansar al-Sunna.

Tras la olea­da de vio­len­cia esta pri­ma­ve­ra con­tra musul­ma­nes alauíes y cri­stia­nos, acu­sa­dos de apoyar al der­ro­ca­do régi­men de Assad, el auto­pro­cla­ma­do nue­vo pre­si­den­te sirio, Ahmad al-Sharaa, anti­guo guer­ril­le­ro yiha­di­sta en su juven­tud, ha pro­me­ti­do recon­ci­lia­ción y una Siria aco­ge­do­ra para todas las creen­cias. Y el acuer­do sin pre­ce­den­tes que fir­mó con el líder de la comu­ni­dad kur­da siria, Mazloum Abdi, gene­ra espe­ran­zas en este sen­ti­do, así como la pro­ba­ble adhe­sión a los acuer­dos de Abraham, con el con­si­guien­te reco­no­ci­mien­to del Estado de Israel por par­te de Damasco.

De todos modos, desde el ini­cio del con­flic­to en 2011, la pobla­ción cri­stia­na en Siria se ha redu­ci­do en más de dos ter­cios, y hoy no supe­ra­ría los 300.000 fie­les.

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Sandro Magister ha sido fir­ma histó­ri­ca, como vati­ca­ni­sta, del sema­na­rioL’Espresso”.
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